Con los años, el plástico se ha convertido en uno de los materiales fundamentales para la vida del ser humano. Es fácil de producir pero difícil de eliminar. Deshacerse de él conlleva que un 10% de la producción anual termine en los océanos, ocasionando graves consecuencias para la vida marina. Sólo en Chile, se utilizan 3.400 millones de bolsas plásticas al año. Es decir, 200 por persona.

El viernes, la ministra del Medio Ambiente, Marcela Cubillos, anunció que la prohibición de bolsas plásticas no sólo se impartirá a ciudades y pueblos costeros; sino que su aplicación será a lo largo de todo el territorio nacional. El problema es que sin importar el tipo de bolsa, sean estas biodegradables o no, nunca se podrán erradicar completamente.

 

 

La producción de plástico no se basa solamente en las bolsas de supermercado. Hay una infinidad de productos que se construyen a partir de este material; textiles, juguetes, vasos, contenedores, entre otros. Anualmente su fabricación aumenta, lo que provoca una mayor concentración en el mar.

Naciones Unidas proyecta que para el año 2050, el porcentaje de plástico en los océanos superará la cantidad de peces. Sin la intervención humana, su degradación es lenta y parcial. Según Macarena Guajardo, Directora Ejecutiva de Fundación Basura, el problema no es el plástico por sí solo, sino la corta vida útil que se le da.

 

 

El plástico que va a parar a los océanos tiene serias consecuencias para la fauna marina. Los animales confunden su alimento con el material que encuentran en playas y océanos. En lugar de cazar, recolectan bolsas y botellas. Javier Trivelli, presidente del Grupo de Acción Ecológica Chinchimén, confirma lo anterior en base a su experiencia de rehabilitación de chungungos o nutrias en Maitencillo.

 

 

De los 8 millones de toneladas de plástico que anualmente llegan al mar, sólo un porcentaje es el que se degrada. Así, cada desecho se convierte en micro y nano partículas que son consumidas por los peces. Los mismos que después llegan a nuestras mesas.

El plástico que viaja, absorbe contaminantes del medio marino. Los peces que los ingieren adquieren esa toxicidad, traspasándola a la cadena alimenticia. Camila Ahrendt, bióloga marina y directora científica de Plastic Oceans Foundation Chile, explica que de esta manera la contaminación del hombre vuelve a su cuerpo.

 

 

Diversas iniciativas han surgido frente a las consecuencias que tiene la acumulación de plástico tanto para el medioambiente como para la salud del ser humano. Un ejemplo es Parley for the Oceans, una fundación internacional para la conservación de los océanos. Esta se ha comprometido a proteger 100 islas de la contaminación de aquí al 2020, entra las que se encuentra Chile.

 

 

La isla de basura, ubicada en el norte de nuestro país, pone en evidencia lo que sucede con nuestros océanos. En la cruzada para detener la contaminación provocada por el plástico, no hay una solución única. Sin embargo, para llevarla a cabo es indispensable la participación del ser humano.